La Dra. Maureen Murúa, del Centro GEMA - Genómica, Ecología y Medio Ambiente, formó parte del proyecto colaborativo Global Urban Evolution Project, que en 26 países analizó el trébol blanco y su producción de hidrógeno de cianuro, compuesto clave para su supervivencia. Así, la investigación arrojó sorprendentes resultados revelando un patrón en común a nivel global: el trébol ubicado en zonas urbanas produce menos hidrógeno de cianuro que en las áreas rurales, demostrando que en un período de evolución de aproximadamente 200 años, esta especie alteró su mecanismo de defensa simultáneamente en distintas partes del mundo, para adaptarse a las condiciones ambientales y el impacto del ser humano.
El acelerado proceso de urbanización a nivel mundial es un fenómeno que, si bien es esencial para el desarrollo de las civilizaciones, también se ha convertido en una amenaza para los procesos eco-evolutivos de la biodiversidad. Así lo demostró un nuevo estudio publicado en la revista Science, el cual reveló cómo los ambientes urbanos están alterando la forma en que evoluciona la vida.
Investigadores de la Universidad de Toronto Mississauga(Canadá) analizaron datos reunidos por 287 científicos (hombres y mujeres en partes iguales) en 160 ciudades de 26 países. El proceso demostró la evidencia más clara hasta ahora de que las ciudades están modelando la evolución de la vida a nivel global.
El equipo internacional de investigadores, que incluye a la Dra. Maureen Murúa, académica del Centro GEMA- Genómica, Ecología y Medio Ambiente, forma parte del Global Urban Evolution Project (GLUE), iniciativa donde los científicos tomaron muestras usando el mismo protocolo estándar para estudiar la evolución en la producción de hidrógeno de cianuro en el trébol blanco (Trifolium repens).
Trébol de ciudad versus Trébol de campo
El trébol blanco es una planta originaria de Europa, presente en prácticamente todas las ciudades del planeta, que produce hidrógeno de cianuro como un mecanismo de defensa contra la herbivoría (forma de depredación en la que el organismo presa es una planta) y para aumentar su tolerancia al estrés hídrico.
La Dra. Murúa cuenta que el trabajo consistió en recolectar “diferentes individuos de trébol en un gradiente de urbanización, es decir, desde el centro de la ciudad hasta las zonas rurales”. Las muestras fueron tomadas “cada cierta distancia de acuerdo con el protocolo y una vez en el laboratorio reservamos unas hojas para análisis molecular, y otras se sometieron a una prueba colorimétrica para detectar la presencia de hidrógeno de cianuro”, detalla.
Las ciudades de muestreo en Chile fueron Santiago, Talca, Rancagua, Concepción, Temuco y Punta Arenas, donde al igual que en Toronto, Manchester, Tokio, Teherán y las demás ciudades en el estudio, los resultados encontrados mostraron la misma tendencia: la mayoría del trébol blanco que crece en las ciudades produce menos hidrógeno de cianuro que aquellas presentes en áreas rurales.
La Dra. Maureen Murúa explica que la menor producción de hidrógeno de cianuro en el trébol blanco de la ciudad estaría “relacionado a la variación en las condiciones ambientales tales como tolerancia a la desecación, cobertura vegetal y presión ejercida por herbívoros”.
Urbanización consciente
La Dra. Maureen Murúa cuenta con una trayectoria de 10 años investigando los efectos de diferentes factores ambientales, incluyendo la actividad humana, sobre la ecología y evolución de las plantas con flor, por lo que este proyecto viene a reforzar sus observaciones a una mayor escala.
En sus indagaciones sobre las presiones de selección que actúan sobre diferentes especies de plantas a lo largo de Chile, la Dra. Murúa ha logrado evidenciar “cómo la fragmentación del hábitat, la herbivoría, entre otros factores, pueden afectar las características de las plantas y con ello su éxito reproductivo”.
“Sin embargo a la fecha no había tenido la oportunidad de observar estos patrones a escala global y ver de qué manera el impacto del ser humano puede conducir la evolución de las especies”, señala la investigadora.
Impacto científico
Los resultados del proyecto GLUE podrán ser usados “para el desarrollo de herramientas que favorezcan la conservación de especies, el control de enfermedades y plagas y, por supuesto, contribuir a mejorar la comprensión de procesos eco-evolutivos en zonas urbanas”, destaca la investigadora.
Dicha contribución es de especial relevancia para Chile, concluye la Dra. Murúa, donde “aún tenemos la costumbre de encementarlo todo y mantener una baja diversidad de especies en plazas o parques. Este estudio nos otorga evidencias para discutir con las autoridades acerca de las mejores estrategias a seguir al momento de intervenir y mejorar nuestros espacios urbanos".
Ficha de la investigadora: